25 de febrero de 2011

Después de la tormenta, viene la calma.



Después de la ola, la arena de la orilla se presenta fría.
Me siento como si hubiera vuelto de la guerra, nadie alrededor mío lo sabe. Por eso me sorprendo, acostumbrada a defenderme con uñas y dientes de las ambiciones de los otros (y a pesar que de alguna manera me siento triunfadora, quedé agotada).
Bueno, ya está. Comienza un nuevo año (el año comienza en marzo según el horroróscopo argentino, enero y febrero todos de vacaciones, lo que pueden y los que no).
A mirar para adelante que se me viene un tiempo completamente distinto al pasado y no quiero que me agarre desprevenida.

22 de febrero de 2011

“pura espuma”.


Siempre recuerdo una ola que me revolcó, me revolcó, me revolcó mientras sólo veía arena y más arena al abrir los ojos bajo el agua y cuando me depositó en la orilla le dije a mi papá que había dicho: “esa ola que viene es pura espuma” con una ironía poco frecuente en una niñita de corta edad: “pura espuma”.

Esa anécdota ha pasado a ser en mi vida un símbolo, siempre la recuerdo en circunstancias similares, lo que me hace reflexionar acerca de lo cíclico de mi vida, siempre recuperándome de un tremendo revolcón.

Pues, acabo de llegar nuevamente a la orilla, de aquí en más el suelo se presenta estable, todavía tengo algunos magullones (ya cicatrizarán) y he recogido durante el revolcón algunos caracolitos que guardaré como recuerdo del último revolcón. Ya dirá el tiempo en qué devendrán esos caracolitos, si solo formarán parte del castillo de arena de mis recuerdos o se convertirán en algo más sólido (aunque también perecedero, depende…)

20 de febrero de 2011

“casa tomada”


Sigo aprendiendo de Lucy: no es que ella no entienda o no aprenda (eso me lo demuestra porque no repite las acciones cuyo resultado no considera conveniente) es que no se le da la gana hacerme caso.
Hay un cuento de Cortázar que se llama “casa tomada”, bueno, hay algo de eso en mi vida, primero fue un espermatozoide que ser instaló en mi útero y fabricó un bebé, luego fue esta bebé que se instaló en mi vida apropiándose de todo lo mío (sobre todo de mi tiempo) ahora esta bebé (que ya no es más una bebé) me lleva a adoptar una bebé con cola (Lucy) que sigue con la rutina de apropiación de mi vida y de mis cosas que inició la bebé que ya no es bebé.
Mi casa ya no es mi casa, ando de puntillas para que Lucy no me vea (igual me ve) la bebé sin cola que ya es adolescente toma sus propias decisiones y hace sus propios planes, y yo me veo a mi misma con la misma cara de desconcierto que ponía mi abuela cuando le dejaban a su cuidado los dos tesoritos (mi hermanita y yo)
¿Estaré vieja?