10 de diciembre de 2012

Ho’oponopono,


Ho’oponopono, significa amarse plenamente a uno mismo.
‘Lo siento’ y ‘Te amo’
Amarte a ti mismo es la mejor forma de mejorarte a ti mismo. Y mientras te mejoras a ti mismo, mejoras tu mundo.

Pronuncia silenciosamente “lo siento” y “te amo”. No lo digas a nadie en particular. Simplemente invoca el espíritu del amor para sanar dentro de ti, lo que esta creando esa circunstancia externa.

Para mejorar cualquier aspecto o situación en tu vida, hay sólo un lugar donde intentarlo: dentro de ti. Y cuando mires allí, hazlo con amor.
La técnica de Ho’oponopono nos permite sanar nuestra mente. Si vemos situaciones desagradables a nuestro alrededor, estarían reflejando áreas de nuestra propia mente que necesitan sanación.

Esta técnica, Ho’oponopono, propone que somos 100% responsables de todo lo que pasa a nuestro alrededor. 
Podemos sanar la parte de nuestra mente que lo creó o que lo convocó: 

 “por favor que sea sanada la parte de mi mente que creó este problema: Debes haber comenzado a intuir, a través de la experiencia, que en realidad eres tu quien crea o atrae los problemas. Si sigues pensando que eres “la víctima” de los demás o de las circunstancias externas, nada puede cambiar aunque practiques Ho’oponopono.

12 de julio de 2012

El perverso narcisista



Se trata de un hombre o una mujer que tiene un problema con su propia imagen. Incapaz de amarse a sí mismo, para poder sobrevivir, proyecta su imagen en otra persona sobre la cual puede descargar su desprecio y culparla de todas sus fallas. El perverso narcisista puede ser alguien de la familia, pero siempre se trata de alguien con quien tenemos un lazo estrecho; a pesar de que esa persona es manipuladora e hiriente, a pesar de que nuestro instinto nos diría ¡corre ahora o laméntalo para siempre!, ocurre que no podemos separarnos de ella.
A partir de un tipo de manipulación específica, el perverso narcisista logra convencer al otro de que es culpable de todos los defectos y las fallas que ocurren a su alrededor, así podrá despreciarlo y agredirlo "justificadamente" en lugar de despreciarse a sí mismo.

¿Cómo reconocerlo?
Generalmente se trata de personas muy hábiles o perfeccionistas, seductoras y encantadoras desde el primer minuto. "La seducción del perverso", no es amorosa, sino que pretende fascinar sin dejarse atrapar; hace que la realidad se vuelva confusa". Poco a poco, el perverso narcisista irá mostrando su lado destructivo a través de una actitud paradójica:
Se comporta de dos maneras muy distintas dependiendo dónde y con quién esté; en lo público se mostrará amable, condescendiente, los demás lo verán como alguien carismático, pero en lo privado actuará como un verdugo vestido de caballero andante o de sabio.
 Al ser personas egocéntricas, exigen perfección a los demás pero no soportan la crítica.

¿Quiénes son sus víctimas?
El perverso narcisista desea a personas dotadas, concienzudas, afables, que dan lo mejor de sí mismas; extrovertidas, expresivas de su éxito y su felicidad, generosas, tenaces, comprensivas, abiertas.
Un perverso narcisista siempre encontrará una buena razón para agredir o rebajar al otro, puesto que ha proyectado todos sus vacíos y sus defectos en la otra persona, de manera que incluso se concibe a sí mismo como la víctima. El perverso narcisista proyecta su delirio sobre la otra persona para poder destruirla poco a poco.

¿Hay solución? 
Afortunadamente es posible identificar cuando una relación tiene un potencial tóxico importante.
Una manera de hacerlo es confrontando al perverso narcisista con su realidad: en vez de intentar justificar el por qué de nuestras acciones, hay que cuestionarlo: "¿quién eres y con qué derecho juzgas a los demás?". Este tipo de preguntas lo desestabilizan, sirven para desenmascararlo y desmontar su estrategia.

Lo que esconde por debajo
Debajo de ese enorme ego, se oculta una persona con una autoestima muy baja, sensación irrealista, de poca valía personal e inmadurez emocional.
Esos sentimientos le parecen inaceptables y los oculta.
En su lugar interpone un ego abombado en un cuerpo que aparenta ser superior, para poder compensar.
Al ser este ego, algo falso, necesita demostrar continuamente dicha preponderancia a través de la aprobación y los elogios de los demás, ya que es el único modo que tiene de verla confirmada. Es como si no llegara a creerse del todo esa grandiosidad que trata de comunicar.
Llegado el caso que la víctima tome conciencia de la relación patológica en la que está inmersa, debe alejarse fríamente y no sentir culpa por ello. No tiene sentido tratar de dialogar con el agresor porque toda palabra que se utilice con él puede volverse en su contra y traerá más agresión. 

2 de julio de 2012

Mobbing



Definición de mobbing en el entorno de la familia

Acción mancomunada y tácita de acoso y derribo psicológico que llevan a cabo varios familiares, -entre los que se haya un instigador perverso narcisista o psicópata socialmente integrado-, que, conscientemente, desea neutralizar, eliminar o expulsar a otro familiar. Se produce, entonces, un fenómeno tan antiguo como la historia de la humanidad: El linchamiento de una víctima inocente. Las expresiones chivo expiatorio, cabeza de turco, oveja negra y patito feo describen y explican efectos y aspectos que hacen más comprensible este devastador fenómeno.

Acosar a alguien en su entorno habitual supone condenar a la víctima a su total desestabilización psicológica, afectiva, económica y social. El resultado puede ser el desarraigo, la marginalidad, la asunción de hábitos auto-destructivos (tabaquismo, alcoholismo, drogodependencia, etc) o, frecuentemente, es la causa de que la víctima, que se ve incapaz de recuperar el equilibrio perdido. en la mayoría de casos de mobbing, que generalmente es inducido por una oculta intención de tomar el poder o asegurarlo, la agresión se da solo a nivel psicológico, -un terreno que no deja pruebas del delito-, y esta se produce de manera lenta y gradual, de manera que, ni siquiera la víctima suele darse cuenta de que está siendo maltratada y arrastrada por un proceso de mobbing, hasta que ya es demasiado tarde para que pueda impedirlo; La ola de acoso y descrédito generada por el grupo acosador la superan y la arrastran al exilio, a la enfermedad o a la muerte.

El mobbing en la familia tóxica
El objetivo del mobbing es estigmatizar a la víctima para hacerse con el poder o para preservarlo, (ya que en la mayoría de casos, quien instiga el mobbing maneja las riendas del poder familiar). Habitualmente, la víctima es percibida, por el instigador, como una amenaza a su posición de poder dentro de la familia. Dicha amenaza suele ser ilusoria y es causada por sentimientos de envidia, celos y, sobre todo, por el instinto animal de territorialidad (dicho instinto exacerba el egoísmo y el control sobre los bienes compartidos).

La víctima en la familia patológica
La víctima, -en un elevado número de casos-, es un individuo con facultades personales que le hacen sobresalir de algún modo. Puede tratarse de personas brillantes, muy eficientes, creativas, amigables, de gran corazón, físicamente bien dotadas, populares, etc., que despiertan sentimientos de envidia en otros familiares. Su posición privilegiada o circunstancia, aparentemente favorable, los convierte en el blanco de los celos y animadversión de otros integrantes de la misma familia que desean usurpar tales prerrogativas.

El mobbing no es una psicopatología. El mobbing es una acción, una práctica continuada de violencia psicológica. Ahora bien, la persona que inicia la acción, si tiene un trastorno de la personalidad, denominado psicopatía y se le designa como psicópata organizacional (o psicópata socialmente integrado). En cambio quien recibe la acción, la víctima, que no tiene ninguna patología previa al acoso, si que puede llegar a sufrir un trastorno de la conducta a causa de la violencia recibida. A este trastorno de la conducta se le engloba dentro de las secuelas del mobbing.

28 de junio de 2012

Pretender que otro se haga cargo



Hace poco fue el centenario de uno de los colegios que tuvo el agrado de tenerme como alumna, del cual me expulsaron por pegar un forro en el espejo del baño de la casa de las pupilas, donde yo vivía, aunque creo que en realidad el problema no fue el adminículo pegado en el espejo sino que luego, en lugar de desecharlo simplemente en el tacho de basura, se lo di a un compañero que lo soltó asqueado haciendo un gesto que me dio la pauta de que creyó que estaba usado: no amigo, era nuevito y sin uso, solamente había sido inflado por mi para que tuviera un efecto más artístico.
La cuestión fue que al revolearlo lejos quedó tirado en el jardín del colegio a la vista de todo el alumnado, primario, secundario y de kindergarten, además de la vista de profesores, celadores, directores y demás …ores que pululaban por allí… evidentemente  a alguien no le gustó.

Y ese fue mi error: No desecharlo yo misma sino pretender que otro se haga cargo de algo que había surgido de mi imaginativa creatividad. Porque nunca había pasado nada: ni cuando tomábamos sol en ropa interior en el techo del house, ni hablar de las latas de puchos donde guardábamos las colillas de las toneladas de cigarrillos que fumábamos en el balcón aunque lloviera, acuclilladas debajo la capa azul de lluvia, ni cuando asaltábamos de noche la cocina, ni cuando salíamos del colegio por arriba la ligustrina y volvíamos entrando por la puerta principal seguras de que el portero, que a esa hora estaba perdidamente borracho y nos saludaba como la cosa más normal del mundo, no notaría que era de noche y de algún lado veníamos, o que no tendríamos que estar fuera del colegio a esa hora, ya que éramos pupilas.

Ese fue el problema: pretender que otro se haga cargo de algo que había surgido de mi imaginativa creatividad.