16 de agosto de 2010

Berenjenita Conchetísima.




Tenía en mi adolescencia una amiga con la que pasaba los veranos en la costa, la recuerdo con cariño, la encontré en facebook “el conventillo virtual” pero todavía no encontramos la forma de comunicarnos. Quizá nunca nos comunicamos, quizá sólo pasábamos las horas escuchando a los Beatles, escapando mentalmente del desastre que eran nuestras respectivas familias.
En aquella época  tenía una rara costumbre, cuando se presentaba decía “yo soy amiga de Berenjenita Conchetísima” para ella esa era la mejor carta de presentación, la que la dejaba parada en lo más alto de la escala social.
Yo no tenía carta de presentación, con sólo abrir la boca me salía un acento entre boliviano y chileno producto de mi convivencia en el colegio con una boliviana y una chilena, que provocaba la invariable pregunta: “¿de dónde sos?”
Difícil la respuesta, por lo general me enredaba en un mar de explicaciones que no quería dar.
Quizá hubiera sido bueno tener una Berenjenita Conchetísima a donde querer llegar. Yo sólo quería escapar.

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